- Maestra, mi novia me dijo que cuando me ve, siente cosquillitas ahí.
- Suricata, o te callas o te voy a empezar a cobrar la cuenta de mi terapeuta.
- ¡Así me quedé yo cuando me lo dijo, maestra, igualito!

Pinchis lepes quinceañeros.
No saben limpiarse la cola, diría mi madre, y ya quieren tener novia.

Lo que sí es que las cosas están cambiando.
Mis alumnos me hicieron la siguiente relación:

Novios de palabra: En sexto de primaria.
Novios de besito y manita: En primero de secundaria.
Novios de a devis: En segundo de secundaria.
Novios de faje: En tercero de secundaria.

Me asusté.
Definitivamente.
Yo terminé con un novio en segundo de secundaria porque no le quería tomar la mano.
Luego llega una alumnita a pedirme consejo: el chico que le gusta se le va a declarar y ella no sabe qué hacer, si le debe tomar la mano, si debe besarlo... y si lo besa y él piensa que ella no sabe besar... me pregunta qué hacer, pero en mis tiempos, incluso el novio de bachilleres esperaba al menos uno o dos días después de la declaración antes de animarse a dar el beso, de lo contrario su reputación quedaba manchada con la tinta insana de la lujuria, para siempre.
Pobre niña, no le fui de gran ayuda.
Y creo que tampoco a la Suricata ni a su amigo el León, cuya novia le dice que quiere perder la virginidad con él. (O al menos, eso es lo que cuenta él).

Si me siguen disparando con estas preguntas, entraré una de estas noches en la escuela y pondré un expendedor de condones en los baños.
Lo de poner anticonceptivas en las sodas me está saliendo muy caro.

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