Manías
Trato de pensar en qué hay en el mundo hoy de bello y maravilloso.
Supongo que mucho pero lo primero que se me viene a la mente son los huevos estrellados sobre enmoladas que les hizo Fefé a los niños esta mañana para desayunar.
¿Les dije que estoy "a régimen"?
La nutrióloga no quiere que use la palabra dieta (ay, ya lo hice) con eso de que me entra la ansiedad.
Era justo ya. Mi bolsillo se estaba viendo seriamente afectado con los cambios en el guardarropa y con mi vicio de café helado y galletas.
También resultaba un poco penoso con la costurera que nos hace los uniformes. Ella viene dos meses antes del cambio de temporada a tomar medidas y a mí siempre me tenía que andar haciendo ajustes porque ya cuando llegaba la ropa, no me quedaba bien.
La voluntad.
¿Les he dicho que a veces sí tengo fuerza de voluntad?
Me remito a los hechos:
* Tomé biberón pasados los cuatro años de edad. Llegaba del kínder y "no te preocupes, mamá, yo me lo preparo". El día que mi madre cuestionó seriamente mi práctica, yo le dije "el día que cumpla cinco años lo dejo". La mañana de mi cumpleaños, malosa como solo las madres pueden serlo, me ofreció mi progenitora un biberón. Yo me negué. Ya tenía cinco años y cumpliría mi palabra.
* Creo que a raíz de lo del biberón comencé a comerme las uñas. Fue un hábito de muchos años hasta que un día, siendo una quinceañera, un noviecillo que tuve me dijo: "Tienes unas manos muy lindas. Se te verían bien las uñas largas." De inmediato dejé de morderlas. Y dejé al novio. Mis manos lindas se merecían algo mejor.
* El tiempo que estuve tomando prozac ("como mentitas" decía una amiga) fui muy feliz, pude arreglar mis asuntos, comencé a dejar todo en orden pero no quería dejar de tomarlo. Hasta que me di cuenta de cómo me afectaba el libido (¿o líbido?) y dejé inmediatamente de hacerlo. Luego fui feliz otra vez. O sea, sexo ¿no?
* Pero el sexo no cura los transtornos maniaco-compulsivos que se encuentran tratando de reptar desde el oscuro abismo de los infiernos personales. Comencé a fumar. Y mi comadre dice bien: "No eres adicta al cigarrillo, es otra de tus manías". No fumo todos los días, sólo cuando salgo a cafetear o cantinear.
* Si esperaban que les contara una historia exitosa sobre dejar el cigarrillo se las voy a dar: dejar de fumar es bien fácil. Lo hago cada semana.
Bueno pues, no.
No lo he dejado porque no me lo he propuesto; sin embargo, me parece que el "régimen" sería un excelente sustituto. Y aquí es cuando me doy miedo. El biberón, las uñas, los antidepresivos y la nicotina, nunca me parecerán tan perversos como una obsesión con la comida.
Por eso no.
Déjenme con el cigarro, que es lo único que me queda.
Supongo que mucho pero lo primero que se me viene a la mente son los huevos estrellados sobre enmoladas que les hizo Fefé a los niños esta mañana para desayunar.
¿Les dije que estoy "a régimen"?
La nutrióloga no quiere que use la palabra dieta (ay, ya lo hice) con eso de que me entra la ansiedad.
Era justo ya. Mi bolsillo se estaba viendo seriamente afectado con los cambios en el guardarropa y con mi vicio de café helado y galletas.
También resultaba un poco penoso con la costurera que nos hace los uniformes. Ella viene dos meses antes del cambio de temporada a tomar medidas y a mí siempre me tenía que andar haciendo ajustes porque ya cuando llegaba la ropa, no me quedaba bien.
La voluntad.
¿Les he dicho que a veces sí tengo fuerza de voluntad?
Me remito a los hechos:
* Tomé biberón pasados los cuatro años de edad. Llegaba del kínder y "no te preocupes, mamá, yo me lo preparo". El día que mi madre cuestionó seriamente mi práctica, yo le dije "el día que cumpla cinco años lo dejo". La mañana de mi cumpleaños, malosa como solo las madres pueden serlo, me ofreció mi progenitora un biberón. Yo me negué. Ya tenía cinco años y cumpliría mi palabra.
* Creo que a raíz de lo del biberón comencé a comerme las uñas. Fue un hábito de muchos años hasta que un día, siendo una quinceañera, un noviecillo que tuve me dijo: "Tienes unas manos muy lindas. Se te verían bien las uñas largas." De inmediato dejé de morderlas. Y dejé al novio. Mis manos lindas se merecían algo mejor.
* El tiempo que estuve tomando prozac ("como mentitas" decía una amiga) fui muy feliz, pude arreglar mis asuntos, comencé a dejar todo en orden pero no quería dejar de tomarlo. Hasta que me di cuenta de cómo me afectaba el libido (¿o líbido?) y dejé inmediatamente de hacerlo. Luego fui feliz otra vez. O sea, sexo ¿no?
* Pero el sexo no cura los transtornos maniaco-compulsivos que se encuentran tratando de reptar desde el oscuro abismo de los infiernos personales. Comencé a fumar. Y mi comadre dice bien: "No eres adicta al cigarrillo, es otra de tus manías". No fumo todos los días, sólo cuando salgo a cafetear o cantinear.
* Si esperaban que les contara una historia exitosa sobre dejar el cigarrillo se las voy a dar: dejar de fumar es bien fácil. Lo hago cada semana.
Bueno pues, no.
No lo he dejado porque no me lo he propuesto; sin embargo, me parece que el "régimen" sería un excelente sustituto. Y aquí es cuando me doy miedo. El biberón, las uñas, los antidepresivos y la nicotina, nunca me parecerán tan perversos como una obsesión con la comida.
Por eso no.
Déjenme con el cigarro, que es lo único que me queda.
Comentarios
No puedo hablar de mis manías:
sería incapaz de darme cuenta dónde empezar, y lo que resulta peor, por dónde terminar.
Es "libido", no acentuado. Parece una broma pero es una palabra "aguda"; (aunque fonéticamente nos resulta imposible pronunciarlo como esdrújula acentuada).
Largá el cigarrillo y quedate con el sexo: en mi humilde opinión, es mejor tener una mujer que demuestre por dónde puede uno tomarla.
La he pasado bien, fumaré un cigarrillo.
Beso.
Por cuestiones de salud, he dejado de lado muchos alimentos, pero así que digas que régimen tan estricto, pues no. Eso si que no puedo hacer dieta. Pero poco a poco si se puede, ánimo!
Dejame el cigarrillo! Luego què hago despuès del sexo?
Brenda: Yo ignoro què me tiene tan motivada. Me desconozco. Se me hace que es la posibilidad que existe de no tener que comprarme ropa este invierno, màs que por opciòn, y no por obligaciòn.
Mucho animo, a mi la senectud me está tratando mal, ahora resulta que no puedo comer harinas refinadas porque me hacen daño, tampoco leche entera y creo que hasta ahí va la cosa... creo que en unos años estaremos todas senectas con nuestros blogs, quejándonos de nuestros achaques y manías, mientras tanto usté puede con la dieta...
Por cierto, ya tengo otra vez blog personal (es que uno no puede dejarlo nunca del todo) además del otro =D
Le dejo el link ;)
Implicada: esa manía es complicadísima. Yo por eso no.
bueno, ya no la hago de emoción http://verde.sandygallia.info/