Post que hace caso omiso a las recomendaciones de la RAE
Ahora sí. Llegó el frío.
Esta semana puse cobertores bajo las sobrecamas y hace unas horas encendimos el calentón, por primera vez en esta temporada.
Me gustaba el frío.
Me encantaba cuando el estacionamiento no quedaba a tantos metros de mi área de trabajo.
Ahora llego al trabajo a las siete de la mañana y no quiero bajarme del carro. Me gustaría quedarme ahí un ratito más, con la calefacción encendida.
Pero lo hago.
Me bajo del auto y camino por el estacionamiento.
Cuando entré, hace ya casi cuatro meses, me asignaron un lugar lejos del contacto humano. El área de "El que llegue primero", anónimo, sin número y por cierto, muy oscuro cuando anochece. Las chicas de recursos humanos me dijeron que era hora de solicitar un cambio de espacio, que ya me tocaba uno con los de administrativo.
Por un momento pensé en lo maravilloso que sería estar más cerca, no caminar entre tanta piedra que mucho daño hace a mi calzado y a mis tobillos... pero lo pensé de nuevo y la verdad no es tan malo caminar algunos metros más, dado que es el único ejercicio que hago últimamente. Además mi lugar tiene un bonus extra: cuando cruzo el estacionamiento me encuentro con toda la gente que va llegando a la misma hora que yo. Es el momento que más me gusta, cuando entran los ayudantes, los choferes, los vendedores, los supervisores... en fin, esa gente que nos da de comer al resto de la empresa.
En retribución, me levanto temprano para llegar junto con ellos con el fin de ponerles café a tiempo y trabajar lo mejor posible con las capacitaciones que les hacen falta.
Esos minutos de caminar al lado de ellos, de saludarlos y charlar mientras entramos, son los más importantes del día y los que me disponen a disfrutar las siguientes horas de trabajo.
Por eso... no. Mejor me quedo donde he estado.
He sido muy feliz, pese a todas las circunstancias.
Y voy a decirlo, estoy muy feliz, aunque esté de luto. La verdad es que no voy a poder salir de él, así que más vale seguir viviendo y haciendo.
Volvieron a invitar a la ONG donde todavía estoy --aunque a veces falte-- a participar los sábados en escuelas secundarias. Yo no podré asistir pero desarrollaré alguno de los talleres para que mis compañeras lo impartan. Nos interesa todo lo concerniente a la prevención de la violencia, la violencia de género, la autoestima en las niñas y adolescentes. Es con lo que creo que participaremos.
Es eso y hacer la chamba con los muchachos, que a pesar del sueldo, se levantan a trabajar muchas veces más de ocho horas diarias; eso y llegar a casa y platicar con los chicos, de tanto y de todo; salir a la calle con cuidado y sin miedo; ir a un café a charlar con una exalumna y reír mucho y festejar los encuentros; escuchar música en algún bar con amigos, beber, reír, hacer alguna locura; hacer el amor también, por la tarde, por la noche, cada vez que el cuerpo y el corazón lo apetezcan... porque no estamos para ir por la vida desperdiciándonos.
Hay que hacer.
Hay que vivir.
Esta semana puse cobertores bajo las sobrecamas y hace unas horas encendimos el calentón, por primera vez en esta temporada.
Me gustaba el frío.
Me encantaba cuando el estacionamiento no quedaba a tantos metros de mi área de trabajo.
Ahora llego al trabajo a las siete de la mañana y no quiero bajarme del carro. Me gustaría quedarme ahí un ratito más, con la calefacción encendida.
Pero lo hago.
Me bajo del auto y camino por el estacionamiento.
Cuando entré, hace ya casi cuatro meses, me asignaron un lugar lejos del contacto humano. El área de "El que llegue primero", anónimo, sin número y por cierto, muy oscuro cuando anochece. Las chicas de recursos humanos me dijeron que era hora de solicitar un cambio de espacio, que ya me tocaba uno con los de administrativo.
Por un momento pensé en lo maravilloso que sería estar más cerca, no caminar entre tanta piedra que mucho daño hace a mi calzado y a mis tobillos... pero lo pensé de nuevo y la verdad no es tan malo caminar algunos metros más, dado que es el único ejercicio que hago últimamente. Además mi lugar tiene un bonus extra: cuando cruzo el estacionamiento me encuentro con toda la gente que va llegando a la misma hora que yo. Es el momento que más me gusta, cuando entran los ayudantes, los choferes, los vendedores, los supervisores... en fin, esa gente que nos da de comer al resto de la empresa.
En retribución, me levanto temprano para llegar junto con ellos con el fin de ponerles café a tiempo y trabajar lo mejor posible con las capacitaciones que les hacen falta.
Esos minutos de caminar al lado de ellos, de saludarlos y charlar mientras entramos, son los más importantes del día y los que me disponen a disfrutar las siguientes horas de trabajo.
Por eso... no. Mejor me quedo donde he estado.
He sido muy feliz, pese a todas las circunstancias.
Y voy a decirlo, estoy muy feliz, aunque esté de luto. La verdad es que no voy a poder salir de él, así que más vale seguir viviendo y haciendo.
Volvieron a invitar a la ONG donde todavía estoy --aunque a veces falte-- a participar los sábados en escuelas secundarias. Yo no podré asistir pero desarrollaré alguno de los talleres para que mis compañeras lo impartan. Nos interesa todo lo concerniente a la prevención de la violencia, la violencia de género, la autoestima en las niñas y adolescentes. Es con lo que creo que participaremos.
Es eso y hacer la chamba con los muchachos, que a pesar del sueldo, se levantan a trabajar muchas veces más de ocho horas diarias; eso y llegar a casa y platicar con los chicos, de tanto y de todo; salir a la calle con cuidado y sin miedo; ir a un café a charlar con una exalumna y reír mucho y festejar los encuentros; escuchar música en algún bar con amigos, beber, reír, hacer alguna locura; hacer el amor también, por la tarde, por la noche, cada vez que el cuerpo y el corazón lo apetezcan... porque no estamos para ir por la vida desperdiciándonos.
Hay que hacer.
Hay que vivir.
Comentarios
Esto también es una capacitación, breve y sustanciosa, al menos así quiero verlo, mencionas varias cosas que a diario, por diferentes situaciones, omitimos.
Cortesia, cordial convivencia, respeto, humildad.
Un abrazo solidario y los mejores deseos de que pronto salgas de tu luto, lo harás, eres de un material especial, todo lo que haces y lo que vives, te ayudará a sobreponerte a los que estás pasando y a todo lo demás que venga.
Cuídate Ministry, que estés y te vaya cada día mejor, luego nos leemos.
Una de las cosas que más me agrada de tí es que no permites que el trabajo te convierta en una máquina y a los otros en "recursos humanos". Me encantaría trabajar con personas así; más aún tener jefes así.
Animo.
Clap Clap, que chido, esa parte estuvo excelente, un saludo y a divertirnos :D
PD: que no te sorprenda que me robe esa parte de tu escrito xq me encanto jejeje
Todavía: Me dio mucha risa cuando leí la palabra "condenar". Jejeje... me sigue dando risa... me imagino a mí misma con los otros compulsivos ortográficos. Bien, seguiré usándolos como esos señores que siguen usando polainas.
Juano: "Coger, comer, coger, beber, coger y ser amados, pudieran ser delitos castigados..." dice uno de los danzones que me gustan. Hay que aprovechar ahora que todavía no lo son.