Mucha sangre

No sólo en la calle sino en las palabras.
Ahí me duelen más porque están en el discurso de la gente común y corriente, tu vecino de oficina, tu excompañero de escuela, tu amiga de la universidad.

Cuando toda esta guerra comenzó, me dolía escuchar que la gente dijera que no importaba, porque se estaban matando unos a otros. Como si esas vidas no valieran nada y como si así se fuera a resolver el problema.
Me tocó discutir sobre eso con amigos. Alguien dijo "ya se ha perdido el valor de la vida humana" y la misma persona después dijo "cuando matas a alguien ya no mereces ni vivir ni un juicio justo". Y pensaba yo que realmente estamos mal si quienes nos considerábamos "estudiados", con cierta formación ética, podíamos fácilmente descalificar a alguien al grado de despojarla de sus atributos como persona.

Otros comentarios, muy aparte de éstos, los escuché en mi trabajo, donde se hablaba de una empresa en la que un trabajador había quedado incapacitado por un accidente y lo que alguien dijo fue "Pss... en esos casos es mejor que el trabajador se muera, le sale más barato a la empresa". Y estaba hablando en serio.

La última vez que fui a Juárez, escuché decir a un grupo de comerciantes que preferían que estuvieran los militares y se fueran los federales, porque los federales nomás los roban y extorsionan y no pueden hacer nada; en cambio los militares, por quinientos pesos se deshacen de quien te esté ocasionando problemas: el drogadicto de la esquina que asalta a tus clientes, o los jóvenes de la colonia que te han ido a robar.

Hace unos meses en una casa se metieron dos asaltantes que hirieron con arma de fuego a un adulto mayor, dueño de la casa. Su esposa, una señora grande también, salió con un arma y disparó contra los asaltantes, matando a uno.
Mucha gente elevó a la mujer al grado de heroína y festejó el hecho, como una revancha colectiva, con el cuerpo del asaltante como trofeo. Como si esa mujer fuera a superar fácilmente una muerte que no por haber sido en defensa propia, vaya a pesar menos en la conciencia.

Hay otras pláticas que me toca escuchar y discutir, donde tal vez no haya sangre, pero hay una cantidad tremenda de odio disfrazado de mero rechazo: a indígenas, a homosexuales, a mujeres...
Es cierto que nunca quisimos esta guerra, pero teníamos ya las condiciones propicias para permitirle perpetuarse.

* * * * *
La semana pasada manejaba del trabajo a casa cuando en un semáforo vi bajarse a mi lado, de diferentes automóviles, muchas personas armadas. Fueron hacia una camioneta que hacía el alto al lado mío y de ahí bajaron a un hombre. El semáforo se puso en verde. La gente continuaba sacando armas y yo avancé. Hice unas llamadas apenas me recuperé y esperé que hubiera alguna noticia. No hubo nada. No supe finalmente qué sucedió.
Hace unas horas mi mamá me platicó que iban a ir a un centro comercial a recoger un mueble que mi hermano necesita. Ahí estaría él esperándolos. Luego él les habló y les dijo que no fueran, que habían levantado a alguien en el estacionamiento y acribillado a alguien más, que él estaba bien pero los habían llevado a un área de la tienda por una salida de emergencia.
Ser testigos de estas escenas es cada vez más común.

Pero no son ésas las historias que me dan miedo.
Las que me aterran son las protagonizadas por las autoridades, en las que están inmiscuídos. Las del policía enmascarado que roba una tienda y luego regresa con su patrulla a ver si las víctimas quieren levantar una denuncia; las de los jefes ministeriales que mandan a su gente derecho a que los asesinen; las de los rumores de una exprocuradora involucrada con el narcotráfico; las de abogados y activistas asesinados por gente protegida por el gobierno.

Entre tanto basural es de agradecer las ya muchas muestras de ciudadanía (muy organizada y no, sencillas desde las juntas vecinales y más estructuradas a nivel de organizaciones sociales) que son flores en esta pestilencia, personas que con poca experiencia en la materia se están comprometiendo y jalando a más gente hacia ese compromiso.
Veo que se están forjando ciudadanos.
Puede ser difícil verlos, porque no se les dan los espacios que se les da a las notas sangrientas en los periódicos y en otros medios esos ciudadanos son tratados como delincuentes, pero si nos fijamos bien, si escuchamos y leemos, los podemos distinguir.
Son grupos pequeños cada uno haciendo su lucha. Gente que aboga por la recuperación de los espacios públicos, por la regeneración del tejido social a través del arte, por el impacto de las leyes en los derechos humanos.

Hacia algo tenía que empujarnos esta guerra.

Estamos aprendiendo muy despacio. Enlazarnos con otras organizaciones es tal vez lo más difícil, pero debemos aprovechar las experiencias de las que lo han hecho para aportar la parte que nos corresponde.
Hay tantos engranes dañados en nuestra maquinaria social que trabajar en cualquiera de ellos puede aportar una mejoría.
Los invito a la página de Por un Chihuahua sin temor, unas gentes que me encantan y que hacen su lucha en bicicleta. O parte de ella, porque además están comprometidos y comprometidas con otras causas y otras luchas (sin dejar a un lado sus trabajos y ocupaciones cotidianas). También a Palabras de Arena, un colectivo de Cd. Juárez que hace un trabajo interesantísimo llevando la literatura a donde más se necesita. Otra referencia del colectivo aquí.
Y como éstos hay más grupos a los cuales se puede apoyar, muchos con gran trayectoria y otros apenas estrenándose y entrenándose.

Al final la lucha más profunda no será contra los "malos", deberá ser contra nuestra apatía y nuestra ignorancia, la desesperanza y el cinismo, los enemigos de verdad.

(Ojalá no hubiera tenido que ser así.
Ojalá no hubiéramos necesitado todo esto.)

Comentarios

sandygallia dijo…
U_U abrazos... acá en mi rancho seguimos en la apatía
todavia dijo…
Si es deseperanzador ver como la violencia se asienta en nosotros cada vez con mas soltura, como si fuese algo normal. Y dices bien, a veces no nos damos cuenta de que participamos de esta masacre diciendo cosas que si nos detuvieramos a pensarlo un poco no diríamos. Nos limitamos a pensar que el mal esta alla, en nosotros y no en que también lo producimos.

Necesitamos ser más compasivos (en el sentido más griego de la palabra) y participar. Si no siendo meinbro activo de alguna organizacion, si al menos dejando de decir burradas -o de hacerlas- y enseñando a nuestros hijos (o predicando con el ejemplo para quienes no tenemos hijos) que hay que tratar a los demas como queremos que nos traten.

A veces esta frase pierde sentido, de tanto decirla suena como un cumplido, pero es mas bien un deseo: Cuidate mucho.
Implicada dijo…
Ojalá ya nadie saliera lastimado ni en cuerpo ni el alma. Ojalá siga habiendo personas como tú que se sensibilizan, cuidan y desean hacer algo bueno.

Ojalá, ojalá...que sigas adelante y con esperanza

saludos grandes
Anónimo dijo…
animo!!!!
es horrible eso, que ya la gente se acostumbra, y mientras a nosotros no nos pase nada, los demás pueden matarse entre ellos si gustan... dejamos de preocuparnos... saludos :)
La indiferencia es lo que mas duele, a la gente le importa un nabo lo que pase mientras ellos no salgan afectados, claro, existen personas que si quieren cambiar el país y el mundo, pero por desgracia son muy pocas, la inseguridad es la causa principal de que yo no vuelva a mi queridísimo país, siento un hueco en el corazón al pensar en lo que estan enfrentando todos mis compatriotas.
Saludos.
Unknown dijo…
El que no nació para asesino, no pasa de aplastar moscas, pero de cualquier manera se oye muy mal que cualquiera ande amenazando a los demás o discriminando metido en la bola.
Es muy difícil, pero hace falta cambiar la actitud hacia los demás, para empezar. Trato de hacerlo, porque pienso que a fin de cuentas la situación en general, tiene que ver con cada persona, de una u otra manera, contribuimos a la solución o al problema. Sigue, con valor, haciendo tu trabajo, para cambiar la mentalidad de los que tienes cerca, algunos, si no ayudamos, a tratar de no hacer retroceder a los demás.
Cuídate, que estés muy bien y te vaya mejor cada día, luego nos leemos.

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