Si los partidos de Fútbol fueran un continuo pretty-face-shot a Rafa Márquez, yo con todo gusto sería fanática. Pero cómo no.
Y ayer... pobrecito.
Lo vi entregar el banderín en el intercambio de recuerdos.
Mientras que el jugador iraní entregaba un cuadro bellísimo, imagino que alguna clase de artesanía nacional, Rafa volteaba a ver a sus compañeros con cara de adolescente en intercambio navideño. El típico adolescente al que siempre le va mal en los intercambios, y el día que regala cualquier mugrero, le dan algo muy bueno y no encuentra dónde esconderse o de dónde sacar algo más.
Así se veía Rafita con su banderín de la Federación Mexicana en la mano. Creí verlo haciendo señas a Kikin para ver si se había traído una botella de tequila o algo para completar. Pero ya no les dieron más chance. Qué pena.
Y hasta ahí vi el partido.
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