Aniversarios
Por estas fechas FB comienza a recordarme que este año tampoco salimos de vacaciones y que la última vez que lo hicimos será muy difícil de replicar.
Es el boleto del metro al aeropuerto, para agarrar el vuelo que nos llevaría a Düsseldorf y de ahí a Berlín.
También me lo recordó esta mañana mi cajón, que enmedio de la búsqueda de unas pastillas me escupió esto:
Fue un trayecto complicado. De hecho terminé aborreciendo aeropuertos y decidimos hacer el resto de los trayectos en autobuses. No lográbamos atinarle a llegar a una hora sin estar con prisas, corriendo estresados por los aeropuertos. La mañana que salimos de París, salimos con cuatro horas de anticipación. Y lo que el metro tenía planificado para nosotros era una vía cerrada que nos mandó de regreso al inicio de esa ruta, nos hizo cambiar de vagones y por último, provocó que hubiera mucho más gente requiriendo entrar al metro, a falta de una ruta.
Ibamos de pie y poco a poco comenzamos a ir más apretados en medio de una canícula histórica. Nos protegían de los apretujones las maletas que teníamos puestas frente a nosotros. Ya habíamos perdido bastante tiempo con el regreso del vagón al punto de inicio. Pero aún llevábamos buen ventaja. Sin embargo, en una de las estaciones en las que entró muchísima gente y ya no cabían más, un hombre insistía en entrar. Y el metro no avanza si las puertas no están cerradas. La gente le pedía que esperara otro vagón pero él seguía empujando y tratando de abrirse un espacio entre la gente, pero estaba siendo imposible. Nadie de la estación intervenía y el vagón no se movía. El tiempo seguía pasando y también la tensión junto con la temperatura y la falta de aire. La gente comenzó a lanzarle gritos al hombre. Pero él se mantenía firme. Nosotros pensamos en bajar del vagón y esperar otro, aunque perdiéramos otros quince minutos con tal de que se disminuyera esa tensión que no tardaba en convertirse en violencia, pero no podíamos acercarnos a la puerta de lo apretados que estábamos.
Finalmente lo logró. Consiguió entrar. Y aunque la gente seguía muy molesta, al menos los gritos desaparecieron.
Llegamos a la terminal, para no variar corriendo buscando nuestra puerta. Ya estaban subiendo los demás pasajeros. Respiramos con alivio una vez que estuvimos sentados en nuestros lugares.
De ahí estuvo más tranquilo. El aeropuerto de Düsseldorf era lindo. Pudimos comer con tranquilidad en un restaurante de pasta y vino. Pero pedimos cerveza. Ya estábamos en Alemania, era nuestro deber.
Cada día me topo con algo que me recuerda algún retazo de algún viaje. Hoy fue la cajita de galletas danesas en la que guardo mi costurero... obvio. Ayer fue un recibo que encontré en un cajón. Hace catorce años, un viaje a Cuba.
Y por estas fechas durante dos semanas, el estúpido FB.
Fue precioso y como todo lo precioso, a veces duele.
Ya volveremos a viajar. Tenemos hasta entonces algún boleto olvidado y el paquete de cigarrillos que compré en Copenhague y que nunca me fumé.
Ya no fumo pero por un recuerdo más de ese viaje, podría hacer una excepción.
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