Un torbellino. Eso ha sido este mes.

William entró al bachillerato. Su nuevo estatus ha hecho maravillas. Ya no veo nada de la flojera adolescente en que se encontró sumido el último año de secundaria. Ahora se levanta él sólo cada mañana a las 5:15 para poder tomar su camión y llegar a tiempo a la escuela. Los sábados también madruga porque hay que ir a natación muy temprano. Y ni el agua helada de la alberca lo ha hecho respingar. Por su cuenta ha realizado todos los trámites que le han solicitado y los que no, también. Se pasó el día de ayer revisando las nuevas rutas de autobuses y planificando su proceso de solicitud de credencial de descuento. Un milagro.

Harry pasó a tercero de secundaria y planea mantener su promedio, seguir trabajando y darle más duro a la guitarra. Tanto ha trabajado que ya tiene dinero para comprarse una pantalla para su cuarto y está en sus planes regalarse el nuevo Xbox, así como un reproductor de LP´s y por supuesto, viniles.

Yo ya empecé mi nuevo semestre de maestría y coincidió con algunos cambios en el trabajo. Esta parte me movió horarios, actividades, roles y hasta el tapete. Tuve una semana bastante dura sopesando mis opciones para finalmente decidir quedarme, aprender un buen de cosas del área nueva y esperar a ver cómo toma forma la nueva administración de la empresa. No dejaré de hacer lo mío, ahora tendré más funciones. Eso no me causa conflicto, me lo ocasionaron otras cosas pero hoy encontré algo que voy a enmarcar o plastificar o algo para traerlo conmigo. Gracias a mis nuevos roles puedo ver los resultados de los exámenes de ingreso y por supuesto que busqué los míos en cuanto tuve oportunidad.
Me hizo muy feliz lo que vi. Lo suficiente para animarme hoy que pasé once horas en la oficina (no lo vuelvo a hacer) y más que suficiente, espero, para hacerme fuerte cuando empiece con las funciones más complejas del área.
Va a ser divertido.
(Espero poder decir lo mismo cuando ande a finales de año, con trabajos de la escuela y muchas cosas de la oficina)

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Negrita, mira qué me encontré entre las patas de Lulú:


No me quería dar el sobre y no la culpo. Posiblemente le esté dando por la filatelia y por eso no me lo quería entregar. Pero finalmente negociamos -le di una galleta- y así es como pude ver el detallazo de tu viaje a Japón.
Tengo tres cartas cocinándose en mi oficina. Juro enviarlas la semana entrante.

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Retírome a hacer tarea.
Los dejo con un regalito, que en realidad es para mí, nomás por el gusto de compartirlo.



Grabación de Harry. Y ya tiene dos canciones propias suyas de su propia suyedad, que un día que ande generosa les compartiré.

Qué hace que mi bebé cantaba así...


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