Aliento

 No voy a darme más dotes de vidente.

Nunca me he considerado optimista, sólo realista, desde la información disponible con una pizca de resignación positiva.

2021 no la tenía tan difícil. Sólo ser mejor que 2020 ¿qué tan difícil era eso? Ah, pero sólo estaba yo considerando el virus. Hemos tenido variantes nuevas, olas, picos, crestas. Hemos tenido vacunas y enfermos. Ya me tocó. A tres semanas de la vacuna, qué vergüenza. 

Está cerrando 2021 y yo tengo en mi casa a mi madre, postrada en una cama de hospital, dependiendo de oxígeno y de una sonda para su alimentación, sin poder hablar bien por una traqueostomía y viviendo en un tiempo distinto al nuestro. Difícilmente caminará de nuevo. Si la terapia puede ayudarla a mantenerse sentada será suficiente ganancia. 

Eso no lo hizo un virus, lo causaron dos derrames y al parecer hubo otro más, pequeño él, que no le ha permitido recordar que su esposo ya no está vivo. Y pregunta por él y lo espera.

Acá reímos para no llorar al escuchar algún desvarío curioso. Y también nos carcajeamos con ocurrencias suyas, porque el sentido del humor no lo ha perdido. Nos lamentamos de que se haya extraviado en otro tiempo y al mismo tiempo nos queremos convencer de que tal vez así es mejor.

Ya no voy a decir qué espero del 2022 ni puedo comparar este año con el anterior.

Mi resignado realismo sólo me hace decir que al menos seguimos vivos en mi patria minúscula y apreciando cada segundo porque ¿quién puede decirnos por cuánto más?

Que sigas viva, vivo, son mis deseos para ti.

Comentarios

Lamento que estén pasando por eso, al igual que lamento lo que sigue ocurriendo en el mundo. Espero (y ruego) que todo se mejore, para todos, y que las cosas malas y difíciles se remedien y queden en el recuerdo. Mis mejores deseos.

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